Los golpes psicológicos son inesperados en “La Máquina,” el nuevo drama de boxeo protagonizado por Diego Luna y Gael García Bernal.
El director, Gabriel Ripstein, reencarna la química cinematográfica de sus actores al convenir lo agridulce en el mundo del boxeo.
Esteban ‘La Máquina’ Ozuna (Bernal), un boxeador reconocido pero cansado, se dirige hacia el final de su carrera. Contraste su motivación por retirarse del boxeo, Esteban se encuentra con fuerzas que restablecen su motivación profesional.
Sin embargo, Esteban es introducido como un personaje encadenado por su propia mente. Huye de sus traumas en sustancias y se niega de los efectos psicológicos causados por una serie de derrames cerebrales en su carrera.
Andy (Luna), un hombre insolente y atrevido, es manager y amigo de Esteban. Constantemente inyectándose la cara con bótox y reimaginando su físico, Andy casi nunca entiende cuando tanto es simplemente demasiado.
En el show-business, como en las inyecciones, Andy enreda a Esteban y a él mismo, en los efectos peligrosos de la fama fabricada y peleas arregladas.
Aficionados del cine Mexicano se encontrarán en nostalgia al recordar el trabajo de Luna y Bernal en “Y Tu Mamá También.” Desde jóvenes, la habilidad de los actores se manifiesta en la química y naturaleza de su amistad personal y profesional.
Contradiciéndose con los personajes de Luna más reservados como Miguel Ángel Félix Gallardo en “Narcos” y Cassian en “Rogue One: A Star Wars Story”, Andy es descarado y cómico. Luna en serio se inclina a la fluidez de su maestría cinematográfica.
Mientras tanto, Bernal ha excavado un hoyo profundo al conectarse con las pesas del trauma psicológico en su personaje.
La historia se establece, con una serie de escenas en el tiempo actual, y escenas imaginarias que agitan la mente de Esteban. Sus alucinaciones son representadas en escenas inmersivas y confusas. Hasta los espectadores no escapamos de su cárcel.
Las peleas, se notan rápidamente, que no son necesariamente entre Esteban y su oponente en el ring, sino con la negación de sí mismo y la inhabilidad de reconocer al enemigo actual.
Los episodios lunáticos ejercen incomodidades de los espectadores de la misma manera en que lo ejercen de Esteban. Las voces resonantes y luces intermitentes contribuyen al peligro pendiente que Esteban no quiere reconocer.
Canciones como “Lobo-Hombre En París” de La Unión transmiten sutilmente la manera en que Esteban batalla con su propia transformación física y emocional.
El boxeo se inclina al representar lo inesperado, peligroso, y también lo que se puede disfrutar de la vida. Sosteniendo orgullo y alegría para el público mexicano, el boxeo conserva una profundidad tanto de la cultura como la historia del pueblo.
Bien dicho por su entrenador Sixto (Jorge Perugorría), los espectadores vienen a ver “una obrita de teatro”.
Aunque los constantes regresos al estado lunático de Esteban tal vez sean un poco repetitivos y confusos, la combustión lenta incita curiosidad.
“La Máquina” parece querer inspirar con los deseos carnales y humanos al reencontrarse con un sueño. La crudeza y arte del cine mexicano se restablece como su historia–lentamente, pero valiendo la pena.