Entras a clase, con el teléfono en el bolsillo y la computadora portátil lista, solo para que el profesor te recuerde: no se permite usar tecnología durante la clase. La idea es que tomar notas a mano es efectivo para recordar el material. Aunque eso suena bien en teoría, estas políticas de “no tecnología” a menudo ignoran cómo funcionan las aulas reales y que los estudiantes aprenden de formas distintas.
Pero, ¿es realista escribir todo a mano? No en una clase rápida. Usar el teclado permite a los estudiantes seguir el ritmo cuando la información llega rápidamente, mientras que la escritura a mano no siempre puede igualar la velocidad. Cuando intentas escribir cada palabra, se pierden puntos importantes, desaparecen conexiones y tus notas se vuelven desordenadas y poco claras.
Un estudio de 2014 realizado por Mueller y Oppenheimer encontró que escribir a mano puede mejorar la memoria, pero esos resultados no se aplican a todos los estudiantes ni a todas las clases. Hoy en día, muchas clases avanzan más rápido y no todos aprenden o procesan la información de la misma manera.
Para algunos estudiantes, las computadoras portátiles no son una conveniencia, son una necesidad. Muchos estudiantes con discapacidades dependen de lectores de pantalla, aplicaciones para tomar notas o software de voz a texto para participar plenamente en clase.
La ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA) y la Sección 504 de la Ley de Rehabilitación garantizan la igualdad de acceso, y las políticas universitarias deben permitir acomodos aprobados sin obligar a nadie a revelar información personal. Las reglas de “no tecnología” a veces tienen el efecto contrario, obligando a los estudiantes a revelar sus condiciones solo para tomar notas, según el Centro Nacional para Estudiantes Universitarios con Discapacidades.
Los críticos argumentan que las computadoras portátiles, las redes sociales y otras notificaciones son una distracción, y tienen razón. Pero prohibir las computadoras portátiles no es la única solución. Reglas claras, zonas designadas, o permitir dispositivos estrictamente para tomar notas, pueden equilibrar el enfoque y la flexibilidad. La verdad es que la tecnología en sí no es el problema; es cómo la usamos.
La mayoría de los profesores avanzan las diapositivas más rápido de lo que cualquiera puede escribir. Yo he estado ahí, tomando notas de cada punto, solo para darme cuenta de que ya me perdí un concepto importante. Las computadoras portátiles permiten a los estudiantes concentrarse en la comprensión en lugar de correr para mantenerse al día. Estudios de Frontiers in Psychology (2021) y del Journal of Applied Research in Memory and Cognition (2016) encontraron que la toma de notas digital mejora la organización y la comprensión general cuando se usa estratégicamente.
La mayoría de los cursos son digitales ahora. Tareas, lecturas, incluso el registro de asistencia, todo en línea. Los estudiantes de hoy crecen con la tecnología al alcance de la mano, mientras que muchos profesores comenzaron a enseñar en una época en la que todavía era nueva. Esa diferencia generacional importa. Datos de California Community Colleges (2024) muestran que la mayoría de los profesores tienen más de 45 años, mientras que la mayoría de los estudiantes tienen menos de 25, dos experiencias muy diferentes con la tecnología.
Las reglas de “no tecnología” no enseñan a concentrarse; quitan opciones. Aprender a gestionar nuestra atención mientras usamos la tecnología de manera responsable es una habilidad que necesitamos después de la graduación, ahora más que nunca.
La Asociación Nacional de Colegios y Empleadores (2024) enumera la alfabetización digital entre las principales habilidades para la preparación profesional. La Institución Brookings también señala que casi todos los campos en EE. UU. están ahora moldeados por la digitalización. Si la universidad debe prepararnos para la fuerza laboral, ¿no deberíamos aprender a usar la tecnología en lugar de evitarla?
En lugar de prohibiciones generales, los profesores podrían adoptar un enfoque diferente y enseñar a los estudiantes cómo usar la tecnología de manera inteligente. Los teléfonos aún pueden necesitar límites más estrictos, pero las computadoras portátiles merecen un lugar en el aula. De esta manera, se pierden menos puntos clave, menos estudiantes se distraen y más personas realmente aprenden.
La tecnología no es el enemigo. Es cómo la usamos. Y cuando se usa bien, no es una distracción, es un puente entre cómo aprendemos hoy y el mundo digital que nos espera después de la graduación.
